Sus efectos en la atmósfera terrestre

 

    Desde mediados de la década de 1970, los científicos se han preocupado por los efectos nocivos de ciertos clorofluorocarbonos (CFC) en la capa de ozono. Los CFC, que se conocen comercialmente como freones se sintetizaron por primera vez en la década de 1930, los cuales al ser compuestos que se licuan con facilidad y en cierto modo son inertes, no tóxicos, no combustibles y volátiles, se han empelado como refrigerantes para acondicionadores de aire y refrigeradores en lugar del amoníaco (NH3) y de dióxido de azufre (SO2) líquido que es muy tóxico. 

 

    La mayor parte de los CFC que se usan en el comercio y la industria se descargan en la atmósfera; como son poco reactivos, dichos compuestos se difunden con lentitud en la atmósfera sin sufrir cambios; ahí se descomponen por medio de la radiación UV de longitudes de onda de 175 a 220 nm y se producen las siguientes reacciones:

    Cabe señalar, que los átomos de Cloro formados son muy reactivos; tanto así que un átomo de Cl es capaz de destruir 100 000 moléculas de ozono (O3) antes de que alguna otra reacción lo elimine. Cuyo mecanismo se ha comprobado por la detección de ClO ( monóxido de cloro) en la estratósfera en años recientes.

    En la actualidad se utilizan los HFCs o hidrofluorocarbonos en sustitución de los CFCs o HCFs, ya que no contaminan la capa de ozono, siendo una solución viable comprobada por el Protocolo Montrea.

    En definitiva,  los CFCs son unos de los compuestos que provocan el aumento del efecto invernadero en el planeta terrestre,  el cual es un  fenómeno donde los gases que se encuentran en la atmósfera retienen el calor emitido por la Tierra. Las consecuencias del progreso de dicho fenómeno se explican detalladamente en el siguiente video...